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l pasado viernes 14 de junio, recibí una
buena noticia, y abrumadoramente desconcertante.
Me llamó mi hija, y por teléfono me
recrimina que es la hora de comer y no estoy en casa.
Yo le respondo, que efectivamente, es la
hora de comer, pero no había quedado con nadie en casa, y además tuve la
precaución la víspera de advertir mi ausencia.
Tras unos momentos de incertidumbre y
nerviosismo, me doy cuenta que la llamada se debe a algo importante, y que mi
ausencia y también la de Esther, no es el fondo del problema.
Noto una excitación, una risa nerviosa y
descontrolada, y en el fondo, se percibe un malestar, una incomodidad,
producida por la falta de presencia física.
-Ji-ji, jo-jo.
-¿Qué pasa? ¿Qué te ocurre?
Poco a poco, despacito, la conversación
va desvelando su objeto.
-¡Qué vas a ser abuelo!
-¡Qué me dices!
Etc. etc.
Los detalles se van desvelando levantando
un velo tras otro. El tul de la incertidumbre se hace cada vez más trasparente,
nos vamos haciendo más y más cercanos, y empiezo a entender…
-¡Pero si tú no tienes pareja!
-¡Claro, pero eso no es obstáculo!
-¡Ya lo sé, pero dime como es la cosa!
-¡Pues que decidí hacerme la inseminación
artificial!
Una luz se enciende en mi cabeza:
Mi mente mediatizada por mi edad, no me ofrecía
esa posibilidad.
Pensándolo bien, y dándole unas horas de
reflexión empiezo a analizar el hecho:
·
Ser abuelo, ¡Qué felicidad!
·
¿Cuántos años hace que no
recibo una noticia grata?
·
En este entorno social tan
duro, ¿es posible que este faro tan luminoso venga a alumbrar el nuevo camino?
·
Mi hija, ya no es una niña,
ya es una gran mujer:
o ¡Ella sola, toma la decisión!
o ¡Ella sola, busca y rebusca entre médicos y clínicas!
o ¡Ella sola, va de prueba en análisis!
o ¡Ella sola, va de sala de espera a consultorio!
o ¡Ella sola, recibe la gran noticia!
¡Mi muy querida niña!:
¡Muchas felicidades!
Y te doy las felicidades por diferentes
motivos:
·
Me demostraste una valentía inusitada.
·
Me concediste una alegría,
que para mí va a ser eterna.
·
Demostraste a la sociedad,
que las mujeres podéis decidir por vosotras mismas, y que tú lo sabes hacer.
·
Y para mí, lo más importante:
Que traté de educarte en la libertad, ¡Y lo conseguí!
Enhorabuena para ti y para mí.
Gracias, de todo corazón.