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jueves, 10 de enero de 2013

Nuestro tiempo


M

alos momentos son los que estamos viviendo, la tristeza, la impotencia y la soledad, perece que son los ejes que mueven nuestro mundo.

Cuando ya he sobrepasado con creces el medio siglo de vida, echo la vista atrás y no encuentro otro referente social parecido.

Es posible que esta reflexión sea parcialista, pero es que cada persona vive su propia experiencia, y la mía es esta.

He vivido momentos duros. Con la dictadura, he pasado miedo, rabia y dolor, pero siempre existía la camaradería, el apoyo de los demás, y el deseo de llegar a conseguir una democracia. He pasado penurias económicas, me costó encontrar un trabajo, tuve que emigrar de mi lugar de origen e iniciar una nueva vida varias veces. Por fin llegó la esperada democracia, creíamos que nos iba a traer poco menos que el paraíso, luego vino la desilusión y la toma de contacto con la realidad.

Hoy esa democracia está conseguida, pero hemos perdido la ilusión, la política nos da fatiga mental, nos falta horizonte, y es que nuestra estructura política se ha encallecido. Se acabaron los objetivos tendentes a mejorar nuestra sociedad, hoy nuestros políticos nos muestran un panorama tendente a retroceder, y cualquier retroceso siempre es malo.

La situación de retroceso está minando las voluntades populares, la calle no ve más que peligros y problemas: paro, cierres de negocios, recortes sanitarios, asistenciales, en las pensiones, y un largo etcétera.

Aunque se prodigan las manifestaciones de repulsa a esta situación, aunque constatamos que son masivas, falta en este momento solidaridad a título individual.

Se puede observar cómo la gente se encuentra en soledad, y hablo de esa soledad íntima que proviene de roer los temores y sufrir las penurias.

Se puede observar como cada vez nos individualizamos más, a consecuencia de nuestra propia impotencia.

No voy a hablar de culpables, hay mucha literatura sobre ello, y además con mucha más autoridad.

Si, quisiera detenerme un momento y expresar mi sentimiento de carencia. La sociedad de a pie debe de buscar una ilusión, creo que solamente con defendernos no es suficiente. Hay que conseguir una sonrisa ciudadana basada en la esperanza.

Tendremos que ser solidarios por dentro y por fuera, manifestar nuestra generosidad y fomentar el apoyo mutuo. Solamente con buenas actitudes podrá salir esta sociedad del agujero en que está metida.

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