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ace años vi caer a mis pies ese montón de
hojas que se llama Juventud, tuve en ese momento miedo a pisarlas, quizá por no
saber lo que había debajo, quizá por la incertidumbre que produce lo
desconocido.
El caso es que en el tránsito de todas
las etapas de la vida lo que más cuesta es aceptarlas.
Ahora abandono la madurez y entro en la
última etapa, la que llamamos vejez.
Todos los subterfugios que podamos
utilizar para rodear el tema (que no “el problema”) son vanos e inútiles. El tiempo
es implacable, no perdona, es por eso que lo mejor es asumir nuestra situación.
Tratar de explicar los sentimientos
personales no es un acto que se pueda relacionar con la impudicia, ya que
desvelar el sentir no es desnudarse, es algo más, es mostrar el interior.
Para estas cosas habría que ser un buen
prosista, envido a Max Aub, Arturo Barea, y a tantos otros.
Por mi falta de habilidad, tengo que
pedir perdón. Sin embargo hago frente al peligro y trataré de explicar mi
situación:
Es como si viviese en un bosque. El monte
participa de las mismas etapas que las personas. La juventud de la primavera da
lugar a un verano maduro y a un otoño, tránsito hacia un final, que es el
invierno.
Tenemos ahora en el invierno, un paisaje
cubierto de árboles secos, sin savia, suelo alfombrado de hojas muertas,
lluvia, frio, soledad, falta de vida, en una palabra: melancolía.
Es la melancolía el plato fuerte de la
vejez, la dulce, la agradable melancolía.
Por la noche cuando me acuesto es cuando siento
que con la manta, también me acoge ese pensamiento invernal, placentero, que
proporciona el descanso, que quisiera que fuera duradero, eterno…
Pero llega el alba, y con el despertador
y la luz, también las obligaciones, los compromisos, la gente que quieres…
Familia, amigos, colegas, ¿Cómo es
posible abandonar?
Supongo que con la pérdida de actividad
se perderán también deseos, relaciones, compromisos, y con ello se podrá alcanzar
el final.
Estoy convencido: no va a ser fácil,
queda tanto por hacer…
¡Tiempos difíciles para los viejos!
Entrañable, Paco, como siempre.
ResponderEliminarCompañero Paco,yo tambien veo el suelo alfombrado de las hojas muertas de mi juventud.......
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