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añana en el cine Doré ponen una película
del oeste, y además en color.
Ya hace un montón de años, estamos a
finales de los años 50, tengo 8 o 10 años, tengo amigos de la calle y de la
escuela, amigos curtidos en la lucha, compañeros en las peleas a pedradas con
los de la calle del Pozo (que desde luego eran mucho más cobardes que
nosotros).
Un domingo de invierno, de frío y lluvia,
imposible jugar en la calle, si nos ponemos a jugar en un portal nos van e
echar porque lo ponemos perdido con el agua.
Un domingo de invierno, de frío y lluvia,
no hay nada que hacer. Sin embargo, la mañana está ocupada, hay que ir a misa y
al catecismo, pero a las 11 estamos listos.
A Javier se le ocurre una idea: ¡vamos a
ver las carteleras al Cine Doré!
¡Cielos! Ponen una de John Wayne, y en
color. Ni que decir tiene que extasiados por la sorpresa, todos quedamos mudos,
inmóviles, un escalofrío nos recorre el cuerpo.
¡Tenemos
que conseguir que nos dejen ir al cine esta tarde!
La consigna clara estaba asumida por
todos: ¡Ánimo! ¡Lo conseguiremos!
-Mamá: ¿me dejas ir al cine esta tarde?,
echan una de John Wayne, ¡anda déjame!
-A ver ¿cuánto vale?
-Solo 1,25, es la sesión infantil.
-Bueno, vale.
-Gracias mamá. Tienes que darme la comida
pronto, que tenemos que estar en la taquilla a las dos y media.
-¿Pero no empieza a las cuatro?
-Sí, pero hay que estar temprano para
coger las entradas, que se acaban rápido, y además luego hay que ponerse en la
cola para entrar, porque en la infantil no están numeradas y queremos ponernos
en primera fila.
-No os pongáis en primera fila que es
malísimo para la vista.
-¡Mamá es que si no, no ves nada!
-¿Cómo que no ves nada? Que yo no me
entere que vais a primera fila.
-Bhoooo siempre lo mismo. Es que van los
demás.
-Pues si van los demás, ¡tú no!
-¡Vale, jobar!
…
-¡Mamá, la comida, que me tengo que ir!
-Pero es muy temprano, si es la una.
-¡Mamá, que me están esperando!
-…A ver… siéntate…
-Mi mamá debía ser algo idiota: ¿Cómo se
va a sentar alguien a comer cuanto va a ver una película de John Wayne? ¡Desde
luego, estas madres no entienden nada!
-¡Mamá, me piro…!
-¡Dame un beso!
-¡A la vuelta, mama!
-¿Cogiste el dinero? ¡Cuidado con los
coches!
-Adiós mama.
La pandilla está en la calle, esperamos
por Jaimito, que es el más retrasado porque lo peinan mucho.
¡Corriendo al cine!
Cuando llegamos, la cola nos parece
interminable, ¿Cómo es posible?
Javier, que es el mayor, nos dice que a
muchos niños sus madres les traen la comida a la cola.
¡Jo, eso no vale!
Afortunadamente conseguimos entradas;
inmediatamente hay que colocarse en la fila, la puerta no está abierta por el
momento. Acaba de llegar el portero y ya se colocó su traje gris claro con sus
preciosos botones dorados hasta el cuello.
Tiene una tarea imposible: poner paz al
hall del cine y tratar que cuando se abra la puerta la avalancha pueda ser
contenida.
El portero utiliza todos sus recursos:
consejos, amenazas, insultos, chillidos, alguna bofetada… en fin, de todo.
La puerta se abre, la tensión es máxima,
los ojos se salen de las órbitas, las piernas son independientes de la mente,
corremos, damos patadas, empujamos, hay que entrar o morir.
Todos a una, formamos un ariete, y en
perfecta formación de ataque, avanzamos, lo conseguimos.
Cogemos sitio en la tercera fila, por
desgracia las primeras están ocupadas por los enchufados amigos del portero que
entran por la puerta falsa.
El ambiente es indescriptible, antes de
la función ya la estamos viviendo: muerte a los indios (si los hubiera), muerte
a los cuatreros (según el caso).
Comienza la proyección, gritos, aplausos
cuando aparece John Wayne.
Acto seguido, las consabidas bromas:
¡Acomodador: acomódame este huevo!
¡Acomodador: este niño se cagó!
Etc.
Pero lo mejor, la emoción, las pistolas,
la persecución del malo, el rescate de la chica.
Y sobre todo, la salida:
Se abren las puertas de par en par, se
encienden las luces…y salimos todos ¡cabalgando!,
cabalgando por la calle, cada uno de nosotros es John Wayne, cada uno de
nosotros cabalgamos con dirección a casa persiguiendo al malo, cada uno de
nosotros somos maravillosos.
¡Gracias mamá
por dejarme ir al cine!
Mamá, te lo dedico a tu recuerdo
El pasado 20 fue el aniversario de tu
muerte
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