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toño en Galicia,
llueve, todo está húmedo, pero como todos los otoños hay en el ambiente ese
algo de melancolía, que nos recarga el ánimo para continuar viviendo.
Es menester en estos casos recordar la
hermosa canción brasileira “Aguas de marzo”.
Hoy es un día cualquiera, nada especial,
es otoño. Fui por la mañana a Vigo, un hermoso encuentro con los amigos, muchos
recuerdos, muchos besos, muy buenos deseos, muy buena comida…
En realidad, nada nuevo, bajo las nubes
plomizas, bajo el agua que nos absorbe…
Llega la hora de volver y mi amigo
Cándido me lleva a la estación, (sigue cayendo agua), pierdo el tren de las
18:18, el tráfico está imposible:
-Tranquilo, Cándido, no te preocupes,
tengo otro tren dentro de 20 minutos.
Es la hora de coger el billete, me acerco
a la ventanilla, el funcionario encargado de la venta de billetes, como
siempre, me amenaza con cubrirme con su mal talante, yo me resisto y lo venzo
con una sonrisa.
Hay que subir al tren, los asientos están
sin numerar, me coloco en el vagón segundo y en un lugar apartado, mi deseo es
poder tener suerte para que no se siente nadie a mi lado y así leer durante el
camino de vuelta.
Llevo un buen rato leyendo y observo al
otro lado del pasillo como una muchacha se descalza. Miro para ella, y ella
mira para mí. Es una graciosa adolescente, de esas que tienen mucho frio
siempre y van con la barriga al aire.
Una muchacha con una sonrisa de oreja a oreja, y con tornillos en los dientes.
Rubita, y con calcetines de dibujos de colores.
-¡Tienes los zapatos empapados!
-Me puse perdida. ¿Sabes si aquí hay
secador?
-No, aquí en el tren, no hay. Es mejor
que te saques los calcetines, que al menos no te enfrías.
-¡No te preocupes, bajo enseguida, me
apeo en Arcade!
Por la ventanilla veo el mar de Arcade,
la marea llena, el agua del color del plomo recién fundido, a un metro del tren,
sigue lloviendo.
¿Vendrá a picar los billetes la
melancolía?
En
Vilagarcía de Arousa, a 17 de octubre de 2012
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