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jueves, 15 de noviembre de 2012

¡Mamá, quiero ser fascista!



Hoy, un tipo, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha tenido un enfrentamiento conmigo. Y no es que yo le haya dicho o hecho algo en desacuerdo con sus deseos o con sus objetivos.

No señor, es el caso, que desde una plataforma cultural con políticos de derechas, me presenté sin avisar en una reunión a reclamar un espacio para la asociación que represento.

Parece que a priori podría robar protagonismo, entiéndase liderazgo, y… ¡anatema!

Entonces ¡Sorpresa! ¡Sorpresa!:

Hay quien no entiende la pluralidad de pensamiento, y la pluralidad de acción.

Cuando en un colectivo se cuela un elemento de este calibre todos deberán de doblegarse a él o desaparecer.

No es la primera vez en mi vida que me veo en tal situación, me conozco los corderos cuando los veo, se si son churras o merinas.

El fascismo, tradicionalmente se considera una postura relacionada con la derechona, pero tal cosa no es una conclusión cartesiana.

Fascista puede ser cualquiera, no tienes más que pedirlo. Acuérdate de Pepe Stalin, de Rumanía, de Albania, de China…

No solo debemos de hablar de Pinochet, de Franco, de Videla…

En todo caso si te interesa solo tienes que decir:

 ¡Mamá, quiero ser fascista!

Con esto ya te llega, ya tienes derecho a jorobar a tus conciudadanos.

Puedes ser nacionalista, incluso puedes ser de izquierdas, solo pide tu deseo, tu voluntad, que nace desde la cuna:

¡Mamá, quiero ser fascista!

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